Tras ver el viento como zarandea
las aguas de las lagunas, que desde una visión bajo horizontal parecen olas de
a siete metros; piensas en mañana. Son los robustos arbustos de taraiz, que
circunvalan las orillas laguneras, los que anuncian que ante este tiempo muchos
se rajan y caen abatidos en supino vencimiento ante este temporal.
Ante las dudas del cuerpo surge
el fuerte convencimiento - si caen chuzos de punta, mejor que mejor-. Es el
bullir de la gallina revuelto con pollo, adornado bajo zanahorias y puerros, que
extienden los garbanzos alborotados, lanzando sus vapores hasta penetrar en
todo el alma para decirte,- ¡tranquilo!. El saboreo de este jugoso caldito te
resucitará-.
Barqueros, voluntarios y un
pulular de cincuenta y más comienzan a ir de allá p´ca, organizando y
preparando.
Comienza el ambiente.
Con la I Carrera de Barcas planas
a remo con pértiga, descubro que el arte antiguo del remeo se mantiene en las
sangre chelera, con leche y con ganas. Estos barqueros nos muestran un espectáculo
de fuerza y destreza, que ni la fuerza del viento pudo vencer a estos artesanos
de la pértiga; donde trofeos de hierro, domados con fuerza y “Quimera” de la mano de Eladio, laureo las artes de estos barqueros.
El ligero viento combinado con la
temperatura ambiente de 7 grados más 6,7 grados
en las aguas laguneras, dejaban
una sensación térmica de 2 grados, que obligaba a mantenerse en condiciones óptima de ropajes para zambullirse las aguas.
Sería el animado y numerosos
público el que en súbito: “las aguas son
nuestras”, lanzan a casi una treintena de intrépidos bañistas para, en saltos y
bullicios, ir a la conquistas de las aguas bajo sensaciones congelantes, que,
curiosamente, hogaño por esa sensación térmica
los momentos de agua cuerpo son menos chocantes y más de decir
-¡chicos! ¡chicas!, vamos, todos pa´dentro, que se en el agua se está mu
ricamente-.
A quien no fue necesario animar fue a Pedro y Miguel que nos sorprendieron en un nadar y nadar, cubriendo más de 200 metros de aguas frías, frías y frías.
A quien no fue necesario animar fue a Pedro y Miguel que nos sorprendieron en un nadar y nadar, cubriendo más de 200 metros de aguas frías, frías y frías.
Y todos fueron unos valientes,
porque bajo una pizca de locura se creó un gran ambiente, haciendo visible
Nuestras Lagunas. Para héroes nombro a dos “jóvenes”, aunque veteranas en edad,
la tía Paquita que nos demostró con su chapuzón que está hecha de un buen barro
y la Andrea que otro año más nos arrastró con su jovial energía.