Llega el primer buen tiempo, ese
buen tiempo que se infiltra furtivamente entre los resquicios finales de un
agotado invierno, es cuando invadimos espacios y disfrutamos de peculiares
entornos arropados por los rayos solares que nos han quitado de los agobios de
las diversas capas de cebollas.
Estamos en el momento de disfrutar
preservando. Esa es la clave. Concienciar, cuidar, respetar, dejar las cosas
conforme están o mejor; éste parece ser el esfuerzo educacional medioambiental
que se transmite a la sociedad desde hace unas décadas.
Cuanto esfuerzo desde las
Instituciones, desde los Colegios, desde las Asociaciones Medioambientales,…
para que todos a una consigamos, al menos, que los residuos que generamos los
echemos en los lugares adecuados, sin dejar huella.
Pero que ocurre cuando detrás de
tanto esfuerzo, percibimos que nos quedamos cortos, que avanzamos casi como los
cangrejos. Dicho esto, me veo obligado a reflexionar bajo la siguiente idea: Debemos revisar el método educacional y modificar en profundidad las
inversiones en concienciación medioambiental.
En definitiva, y a la prueba
gráfica me remito, nos encontramos a escaso 20 metros de la Educación y del
Respeto Medioambiental, y la pregunta que me surge es en una doble dirección: ¿Los
sistemas educacionales se quedan cortos y son incapaces de acortar esos escaso
20 metros o por el contrario es simplemente un problema de vagancia
físico-mental, que impide a la persona, animal o cosa avanzar en el uso racional y de la lógica convivencia?. En el primer enfoque, les traslado a los técnicos y estudiosos
de la materia para su revisión. El segundo y por ser un hecho de pura praxis,
me manifiesto y digo que los escaso
metros es un hecho anecdótico, porque da igual que la papelera este bajo los umbrales testiculares o coñares,
porque por esta misma imperial fuerza “mis
residuos los arrojo donde mejor me viene en gana” (por ser suave) me da a mí
que está última expresión es lo que la foto viene a demostrar, sin más.
NOTA: Foto obtenida en las proximidades del lugar conocida como el Cerro de las lagunas de Villafranca de los Caballeros, junto al Aula de la Naturaleza. Situando como epicentro el lugar visible de desperdicios se puede afirmar categóricamente y sin ningún genero de dudas que en un radio de no más de cien metros existen diversas papeleras y contenedores para depositar desperdicios y desechos. -Manda "güevos"-