Un otoño escasamente lluvioso y un invierno sin nieves
bajo temperaturas sorprendéntemente altas han ido cerniendo una neblina angustiosa
en los adentros de esta parte de los humedales.
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Camino hacia las lagunas d Villafranca |
Con temores y bajo comentarios hemos visto el vaso lagunar
de la Grande y la Chica en un horizonte que dejaba una desecada orilla. Extraño
tiempo que obligaba a una batalla desigual, donde las temibles armas de la sequía hendían sus filos dejando un reguero de rojo blanquecino en un campo de
batalla extenuado y desolado.
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En la casa del Guarda |
Eran espesas nieblas que nunca han ocultado el hilo de
esperanza. -corre el Gigüela-, -al Caz le entra agua-,... siempre, por todos,
se realizaba un seguimiento temeroso, pensando que hay margen de tiempo.
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Pasarela entre la laguna Chica y Grande |
Primavera sorpresiva, pero como de las que debe ser.
Lluvia, charcos, barro, escorrentía, sonido bullicioso de las aguas del
Giguela. -a penas se nota-, -van despacio-, -suben poco a poco-,....
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Agua y cielo |
El otro día, Jose
Luis, el de la Jorja, me dio la clave, al decirme: -ahora las lagunas,
comienzan a estar lustrosa- y me explicaba que al venir desde Quero y cuando
ves la extensión lagunar, debido a
los años de
observaci
ón y seguimiento, percibes
cuando la presencia y porte de los humedales se espanden y viven. Cuando esto
me explicaba realizaba unos movimientos de cuerpo en crecimiento, acompañados
de abombamiento de brazos encorvados
y manos en progresiva expansión, que sincronizaba con una alegre sonrisa.
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Atardecer de capotazos entre aguas |
Entre el cielo y la tierra se ha interpuesto una extraña
maraña, que hoy bajo húmedas gotas de agua nos traen esperanza y unas lagunas
lustrosas dispuestas a eclosionar.! Como debe ser!.
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Maraña |
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Ventana a la esperanza y a la laguna Chica |
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Primavera, mirando por la Dehesa |
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